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Todo comienza con Dios

Porque todo, absolutamente todo en el cielo y
la tierra, visible e invisible... todo comenzó en Él
y para los propósitos de Él
Colosenses 1:16 (PAR)

A menos que se dé por hecho la existencia de Dios,
la búsqueda del Propósito de vivir no tiene sentido.

Bertrand Russell, ateo.

No se trata de ti.
El propósito de tu vida excede en mucho a tus propios logros, a tu tranquilidad o incluso a tu felicidad. Es mucho más grande que tu familia, tu carrera o aun tus sueños y anhelos más vehementes. Si deseas saber por qué te pusieron en este planeta, debes empezar con Dios. Naciste por su voluntad y para su propósito.
La búsqueda del propósito de vivir ha intrigado a la gente por miles de años. Eso ocurre porque solemos empezar por el punto de partida errado: nosotros mismos. Nos hacemos preguntas egoístas como: ¿Qué quiero ser?, ¿Qué debo hacer con mi vida?, ¿Cuáles son mis metas, mis anhelos, mis sueños con el futuro? Enfocarnos en nosotros mismos nunca podrá revelarnos el propósito de nuestra vida. La Biblia, dice: “En su mano está la vida de todo ser viviente”.
Contrario a lo que te dictan muchos libros conocidos, películas y seminarios, no encontrarás el sentido de tu vida buscando en tu interior. Es muy probable que ya lo hayas intentado. No te creaste a ti mismo, por lo tanto no hay manera de que puedas decirte para qué fuiste creado. Si yo te entregara un invento que nunca has visto, no sabrías para qué sirve ni tampoco el ingenio te lo podría decir. Sólo el inventor, o el manual de instrucciones, podría revelarte el propósito de dicho invento.
En una ocasión me perdí en las montañas. Me detuve a pregunta cómo llegar al campamento y la respuesta fue:”No puedes llegar hasta allí desde este lugar: ¡Tienes que empezar por el otro lado de la montaña!”. De igual manera, no puedes llegar a la conclusión de tu existir centrándote en ti mismo. Dios es tu punto de partida, tu creador. Existes tan sólo porque Él desea que existas. Fuiste creado por Dios y para Dios, y hasta que lo entiendas, tu vida no tendrá ningún sentido. Sólo en Él encontramos nuestro origen, nuestra identidad, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestro significado y nuestro destino. Cualquier otra ruta termina en un callejón sin salida.
Muchos tratan de usar a Dios para su propio beneficio, pero eso es antinatural y está condenado al fracaso. Fuiste creado para Dios, no al contrario; la vida consiste en permitir que él te use para sus propósitos y no que tú lo uses a Él para los tuyos. La Biblia dice: “Obsesión consigo mismo en estos asuntos es un callejón sin salida; la atención a Dios nos guía a una vida libre y espaciosa”.
He leído muchas obras que me ofrecen diferentes maneras de descubrir el propósito de mi vida. La mayoría se puedes clasificar como libros de “autoayuda”, porque abordan el tema desde una perspectiva egoísta. Los libros de autoayuda, incluidos los cristianos, ofrecen por lo general los mismos pasos a seguir para que logres encontrar el propósito de la vida: Piensa en tus sueños; Define tus valores; Trázate metas; Averigua cuál es tu fuerte; Apunta a la cima, ¡alcánzala!; Sé disciplinado; Cree en ti mismo para lograr tus metas; Involucra a otros; Nunca te des por vencido.
Muchas veces estas recomendaciones llevan al éxito. Por lo general puedes lograr alcanzar una meta si pones todo tu empeño. ¡Pero tener éxito y cumplir el propósito de tu vida son dos temas muy distintos! Podrías alcanzar todas tus metas y ser un triunfador de acuerdo con los estándares del mundo, y aun así no saber la razón para la cual Dios te creó. Por eso necesitas más que un asesoramiento de autoayuda. La Biblia dice: “La autoayuda no es eficaz en todo. El sacrificio es el camino, mi camino, para encontrarte a ti mismo, a tu verdadero yo”.
Este no es un libro de autoayuda. Tampoco es una guía para buscar la carrera adecuada, ni para hacer tus sueños realidad o planificar tu vida. No se trata tampoco de cómo meter a la fuerza más actividades en una agenda ya sobrecargada. En realidad, te enseñará cómo puedes hacer menos en la vida, concentrándote en lo más importante. Trata sobre el tema de llegar a ser aquello para lo que Dios te creó.
¿Cómo descubres, entonces el propósito para el que fuiste creado? Tienes sólo dos opciones. La primera es especular. La mayoría prefiere ésta. Hacen conjeturas, adivinan, teorizan. Cuando la gente dice: “Yo siempre he pensado que la vida es...”, en realidad quiere decir: “Esta es la mejor suposición que se me ocurre”.
Durante miles de años, grandes filósofos han especulado y discutido acerca del sentido de la vida. La filosofía es un tema importante y tiene su utilidad, pero cuando hay que definir el sentido de la vida. La filosofía es un tema importante y tiene su utilidad, pero cuando hay que definir el sentido de la vida, aun los filósofos más sabios especulan.
El Dr. Hugh Moorhead, profesor de filosofía de la Universidad Northeastern de Illinois, en una ocasión escribió a 250 de los más reconocidos filósofos, científicos, escritores e intelectuales del mundo, preguntándoles: “¿Cuál es el sentido de la vida?”, para después publicar las respuestas en un libro. Algunos dieron las mejores respuestas que pudieron, otros admitieron que acababan de plantearse la razón de vivir y otros fueron más sinceros en responder que no tenían ni la menor idea. ¡En efecto, varios le pidieron al profesor Moorhead que les escribiera de vuelta y les dijera si había encontrado la razón de vivir!
Afortunadamente hay una alternativa a la especulación acerca del significado y el propósito de vivir, y es la revelación. Podemos considerar lo que Dios reveló en su Palabra con respecto a la vida. La manera más fácil de entender el propósito de un invento es preguntarle al inventor. Lo mismo ocurre cuando quieres saber la razón de tu vida: pregúntale a Dios.
Dios no nos dejó en medio de la oscuridad para andar a ciegas. Él reveló claramente en su Palabra sus cinco propósitos para nuestras vidas. La Biblia es nuestro manual de instrucciones el cual explica por qué estamos vivos, en qué consiste la vida, qué evitar y qué esperar del futuro. Enseña lo que ningún libro filosófico o de autoayuda. Afirma que: “La sabiduría de Dios... Proviene de lo profundo de su propósito... No es un mensaje novedoso, es lo que Dios determinó para nuestra gloria desde la eternidad”. Dios no es tan sólo el punto de partida en tu vida, sino la fuente de ella. Debes ir a la Palabra de Dios, no a la sabiduría del mundo para descubrir el propósito de tu vida. Necesitas fundamentar tu existencia en las verdades eternas y no en la sicología de moda, la motivación del éxito o en testimonios emotivos. La Biblia afirma: “Es en Cristo que sabemos quiénes somos y para qué vivimos. Mucho antes que oyéramos de Cristo, Él nos vio y nos diseñó para una vida gloriosa, parte de su propósito general en el que trabaja en todo y para todos”
Este versículo muestra tres revelaciones para tus propósitos:
1. Encuentras tu propósito e identidad al tener una relación con Jesucristo. Si aún no tienes esta última, más adelante te explicaré cómo iniciarla.
2. Dios pensó en ti mucho antes que tú en Él. Lo que designó para ti precede al momento en que fuiste concebido. Lo planificó desde antes de que existieras, ¡y sin tu participación! Puedes elegir tu carrera, tu cónyuge, tus pasatiempos y muchos otros componentes de tu vida, pero no te toca escoger tu propio designio.
3. El propósito de tu vida es parte de un designio cósmico mucho más vasto, uno que Dios planeó para la eternidad. De eso trata este libro.
El novelista ruso, Andrei Bitov, creció bajo un régimen ateo comunista. No obstante, Dios captó su atención un día lúgubre. Él cuenta que: “A mis veintisiete años, mientras viajaba en el metro, en Leningrado (ahora San Petersburgo), me embargó una angustia tan grande que parecía que la vida se me detenía de súbito, el futuro se tornaba incierto y todo perdía significado. Repentinamente, como de la nada, apareció una frase que rezaba: La vida sin Dios carece de sentido. Para asombro mío empecé a repetirla y me dejé llevar por esa frase, como si fuera trasladado a través de una escalera. Al salir del metro me encontré con la luz de Dios”.
Quizás has sentido confusión en cuanto a tu propósito en la vida. Felicidades, estás a punto de entrar en la luz.

DÍA UNO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO


Punto de reflexión: No se trata de mí.

Versículo para recordar:
“Todo comenzó en Él y para los propósitos de Él”. Colosenses 1:16 (PAR)

Pregunta para considerar: A pesar de toda la publicidad que me rodea. ¿qué puedo hacer para recordar que la vida consiste en vivirla para Dios y no para mí mismo?


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