No importa lo que diga, lo que crea o lo que haga,
sin amor estoy en quiebra.
1º Corintios 13:3 (PAR)
En esto consiste el amor: en que pongamos en
práctica sus mandamientos. Y éste es el
mandamiento: que vivan en este amor, tal como
ustedes lo han escuchado desde el principio.
2º Juan 1:6 (NVI)
La vida consiste en amar.
Como Dios es amor, la lección más importante que quiere que aprendamos en esta tierra es cómo amar. El amor es el fundamento de todos los mandamientos que nos ha dado, porque cuando amamos, más semejantes somos a Él: “Porque la ley se resume en este mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo””.
Aprender a amar desinteresadamente no es una tarea sencilla. Es contraria a nuestra naturaleza egocéntrica. Por eso contamos con toda una vida para aprender a amar. Por supuesto, Dios quiere que amemos a todos, pero está particularmente interesado en que aprendamos a amar a los miembros de su familia. Como ya hemos visto, este es el segundo propósito para tu vida. Pedro nos dice que “debemos mostrar un amor especial por el pueblo de Dios”. Pablo hace eco de este sentimiento: “Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe”.
¿Por qué insiste Dios en que demos un amor especial y prestemos atención a otros creyentes? ¿Por qué ellos tienen prioridad en el amor? Porque Dios quiere que su familia sea fundamentalmente conocida por el amor que manifiesten entre sí. Jesús dijo que el amor de los unos a los otros, y no nuestras creencias doctrinales, sería nuestro mayor testimonio al mundo. Dijo: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”.
En el cielo disfrutaremos de la familia de Dios para siempre, pero primero tenemos que realizar un trabajo difícil en la tierra, como preparación para una eternidad de amor. Dios nos entrena dándonos “responsabilidades familiares” y la principal es que practiquemos amarnos unos a otros.
Él quiere que tengas una comunión estrecha y regular con otros creyentes para desarrollar la práctica del amor. El amor no puede aprenderse en aislamiento. Necesitas estar rodeado de personas: insoportables, imperfectas y molestas. Gracias a la comunión podemos aprender tres verdades importantes.
el mejor uso de la vida es amar
El amor debe ser tu prioridad, tu objetivo y tu mayor ambición. El amor no es una buena parte de la vida; es la parte más importante. La Palabra de Dios declara: “¡Que el amor sea para ustedes la más alta meta!”.
No basta con decir: “Una de las cosas que quiero en esta vida es amar”, como si el amor fuera uno de los diez objetivos principales que tenemos. Las relaciones tienen prioridad sobre todo lo demás. ¿Por qué?
La vida sin amor no tiene sentido. Pablo dice: “No importa lo que diga, lo que crea o lo que haga, sin amor estoy en quiebra”.
En ocasiones nos conducimos como si las relaciones fueran algo que conseguimos introducir en nuestros planes. Hablamos de hallar tiempo para nuestros hijos o de hacer tiempo para las personas en nuestra vida. Damos la impresión de que las relaciones son apenas una parte de nuestra vida, junto con tantas otras ocupaciones. Pero Dios dice que lo esencial de la vida consiste en nuestras relaciones con los demás.
Cuatro de los Diez Mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios, mientras que los seis restantes tratan de nuestra relación con las personas. Pero ¡los diez tienen que ver con relaciones! Posteriormente, Jesús resumió lo que más le importa a Dios en dos afirmaciones: amar a Dios y amar a los demás. Dijo: “Ama al Señor tu Dios con todo su corazón...” Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”. Después de aprender a amar a Dios, que es la adoración, aprender a amar a los demás debería ser el segundo propósito de la vida.
Lo que más importa en mi existencia son las relaciones y no los logros o la adquisición de bienes. Entonces, ¿por qué le prestamos tan poca atención a las relaciones? Cuando estamos muy ocupados, afectamos el tiempo que dedicamos a las relaciones, quitándoles la energía y atención necesarias. Lo urgente desplaza lo más importante para Dios.
La ocupación en múltiples actividades compite con las relaciones. Nos preocupamos en ganarnos la vida, en realizar nuestro trabajo, en pagar las cuentas y en lograr metas, como si vivir consistiera en cumplir esas tareas. No es así. El sentido de la vida es aprender a amar: a dios y a las personas. El resultado de la resta “vida menos amor” es cero.
El amor durará por siempre. Otra razón por la que Dios nos manda hacer del amor una prioridad es que es eterno: “Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor: Pero la más excelente de ellas es el amor”.
El amor deja un legado. El impacto más perdurable que puedes dejar en la tierra es el trato que tuviste con las personas, no tu riqueza o tus logros. Como lo expresó la Madre Teresa: “Lo que importa no es tanto lo que uno hace sino cuánto amor pone en hacerlo”. El amor es el secreto de un legado duradero.
He tenido que acompañar a muchas personas en sus últimos momentos, cuando están al borde de la eternidad, y nunca las he escuchado decir: “¡Traigan mis diplomas! Me gustaría mirarlos una vez más. Muéstreme mis premios, mi medalla, el reloj de oro que me regalaron”. Cuando nuestra vida sobre esta tierra llega a su fin, no nos rodeamos de objetos. Queremos estar rodeados de personas: de seres queridos y con quienes nos relacionamos.
Llegados los últimos momentos, todos nos damos cuenta de que la vida consiste de relaciones. La sabiduría consiste en aprender esta verdad lo antes posible. No esperes a estar en tu lecho de muerte para reconocer que esto era lo más importante.
El amor será la norma para evaluarnos. Aprender a amar debe ser el objetivo de la vida ya que será la norma que dios usará para evaluarnos en la eternidad. Una de las maneras que Dios utiliza para medir la madurez espiritual es la calidad de nuestras relaciones. En el cielo él no nos pedirá que le contemos sobre nuestra carrera profesional, nuestra cuenta bancaria y nuestros pasatiempos, sino que revisará cómo tratamos a otras personas, en especial a los necesitamos. Jesús dijo que la manera de amarlo es amar a su familia y atender sus necesidades prácticas: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Cuando nos transfieran a la eternidad, dejaremos todo detrás. Lo único que llevaremos encima será nuestro carácter. Por eso la Biblia dice: “En Cristo Jesús... lo que vale es la fe que actúa mediante el amor”.
Con esto en mente, te sugiero que cuando te despiertes todas las mañanas, te arrodilles junto a tu cama o te sientes en el borde de la cama, y ores: “Dios, haga lo que haga hoy, quiero asegurarme de dedicar tiempo a amarte y amar a los demás: mi vida consiste en eso. No quiero desperdiciar este día”. ¿Por qué habría Dios de darte otro día si no lo vas a aprovechar?
EL TIEMPO ES LA MEJOR EXPRESIÓN DE AMOR
Es posible evaluar la importancia que le asignamos a algo considerando el tiempo que estamos dispuestos a dedicarle. Cuanto más tiempo le dedicamos a algo, más evidente resulta la relevancia y el valor que tiene para nosotros. Si quieres conocer las prioridades de una persona, fíjate en cómo usa el tiempo.
El tiempo es el regalo más preciado que tenemos porque es limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar. Nuestro tiempo es nuestra vida. El mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo.
No es suficiente decir que las relaciones son importantes; debemos demostrarlo en acciones, invirtiendo tiempo en ellas. Las palabras por sí solas nada valen: “Hijos míos, no solamente debemos decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos”. Las relaciones exigen tiempo y esfuerzo. Amor se deletrea así: “T-I-E-M-P-O”.
La esencia del amor no es lo que pensamos o hacemos o aportamos a los demás; antes bien, es cuánto entregamos de nosotros mismos. A los hombres, en particular, les cuesta entender esto. Muchos me han dicho: “No puedo entender a mi esposa ni a mis hijos. Les proveo todo lo que necesitan. ¿Qué más quieren?” ¡Te quieren a ti! Quieren tus ojos, tus oídos, tu tiempo, tu atención, tu presencia, tu interés: tu tiempo. No hay nada que pueda suplir eso.
El mejor regalo de amor no son los diamantes ni las rosas ni los dulces. Es brindar tu concentración. El amor se concentra tanto en otra persona que por un instante uno se olvida quién es. La atención dice: “Te valoro tanto que te entrego mi bien más valioso: mi tiempo”. Siempre que dediques de tu tiempo, estarás haciendo un sacrificio, y el sacrificio es la esencia del amor. Jesús nos dejó el ejemplo: “Estén llenos de amor hacia los demás; sigan en esto el ejemplo de Cristo, quien nos amó y se entregó en sacrificio a Dios por nuestros pecados”.
Es posible dar sin amar, pero no se puede amar sin dar. “Tanto amó Dios al mundo, que dio...” Amar es entregarse: dejar de lado mis preferencias, comodidad, objetivos personales, seguridad, dinero, energía y tiempo para el beneficio de otra persona.
EL MEJOR MOMENTO PARA AMAR ES AHORA
La postergación de algunos asuntos es una respuesta legítima cuando se trata de una tarea trivial. Sin embargo, como el amor es lo más importante, debe tener prioridad. La Biblia repetidas veces destaca este punto: “Siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos”; hagamos el bien “aprovechando al máximo cada momento oportuno”. “No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: “Vuelve más tarde; te ayudaré mañana”, si hoy tienes con qué ayudarlos”.
¿Por qué este es el mejor momento para expresar nuestro amor? Porque no sabemos por cuánto tiempo tendremos esta oportunidad. Las circunstancias cambian; las personas se mueren; los hijos crecen; no hay garantías para el mañana. Si quieres expresar tu amor, más vale que lo hagas ahora mismo.
Sabemos que un día deberemos presentarnos ante Dios; por lo tanto, deberíamos considerar las siguientes preguntas: ¿Qué justificación tendré para explicar que le di más importancia a los proyectos y a las cosas que a las personas’ ¿Con quién debería comenzar a pasar más tiempo? ¿Qué cosas necesito limitar de mi agenda para conseguir ese tiempo? ¿Qué sacrificios debo hacer?
El mejor uso que le puedes dar a la vida es amar. La mejor expresión de amor es el tiempo. El mejor momento para amar es ahora.
DÍA DIECISÉIS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: La vida consiste amar.
Versículo para recordar: “Toda la ley se resume en un solo mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo””. Gálatas 5:14 (NVI)
Pregunta para considerar: Con toda franqueza, ¿son las relaciones mi prioridad? ¿Qué medidas puedo tomar para asegurarme de que lo sean?
Día 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40